miércoles, 18 de noviembre de 2015

Equilibrio

El ser humano, como animal gregario, difícilmente encontrará sosiego en la soledad. Desde los tiempos en que nuestros primeros cuentos se originan, comenzamos a tejer el sentimiento de pertenencia, el concepto de comunidad.

Los primeros asentamientos derivaron en una comprensión probablemente errónea de la naturaleza que nos rodea: al comenzar a domarla, creímos poseerla. La propiedad privada, además de cruentas guerras, requirió de una forma de orden, dando origen a estructuras primitivas de gobierno.

Conscientes de nuestras limitadas capacidades productivas ante un universo de bienes aparentemente infinitos y curiosos por lo que otras civilizaciones admiraban, el espacio que el trueque compuso en nuestro imaginario dio pie a los mercados.

Estas tres fuerzas, comunidad, Estado y mercado, condicionan nuestra existencia y, quizás aún más grave, nuestra comprensión de la misma.

Nuestras vidas representan un esfuerzo constante e inconsciente por alcanzar una situación de equilibrio: ya sea en términos biológicos, donde nuestro organismo regula permanentemente todos sus niveles; ya sea psicológica o sociológicamente, a través de una incesante búsqueda de felicidad o bienestar.


Es justamente ese equilibrio entre el sentimiento de pertenencia a una comunidad y el respeto del individuo; entre el reconocimiento del otro como un igual y la búsqueda de libertad; entre el placer de un intercambio beneficioso y la conciencia del abuso; es justamente en ese punto, decíamos, donde quizás podamos encontrar esa paz equilibrada que nos permite disfrutar de la felicidad, que no es euforia, y  abrazar la pena, que no es depresión. 

lunes, 6 de agosto de 2012

¿Felicidad?

Una leve caricia lo despierta a uno y puede sentir cómo su compañera se despide, temprano en la mañana, para ir a trabajar. En ese momento, quisiera asirla con fuerza y no dejarla marchar. ¿Será eso la felicidad?

sábado, 7 de julio de 2012

España en marcha


Nosotros somos quien somos. ¡Basta de Historia y de cuentos! ¡Allá los muertos!  Que entierren como Dios manda a sus muertos. Ni vivimos del pasado, ni damos cuerda al recuerdo. Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos. Somos el ser que se crece. Somos un río derecho. Somos el golpe temible de un corazón no resuelto. Somos bárbaros, sencillos. Somos a muerte lo ibero que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero. De cuanto fue nos nutrimos, transformándonos crecemos y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto. ¡A la calle! que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo. No reniego de mi origen pero digo que seremos mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo. Españoles con futuro y españoles que, por serlo, aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno. Recuerdo nuestros errores con mala saña y buen viento. Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño. Vuelvo a decirte quién eres. Vuelvo a pensarte, suspenso. Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo. No quiero justificarte como haría un leguleyo, Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso. España mía, combate que atormentas mis adentros, para salvarme y salvarte, con amor te deletreo. Gabriel Celaya