miércoles, 8 de diciembre de 2010

El día que la desenmascararon…

En uno de esos extraños gestos de coherencia, la democracia, que tanto se vanagloria de su carácter inclusivo y popular, pudo sacarle partido a una estrategia urdida durante años. Un joven descarado, quizás maleducado, intransigente con los usos y costumbres, se cuela en la fiesta de disfraces en la que vivimos, para arrancar la máscara a la democracia.

El rostro que figura, que asoma, que llego a intuir me horroriza. Creo entrever los rasgos de la dictadura. Pero en este baile de disfraces y despistes, miles de rostros y caretas, algunas conscientes y otras por inercia, se interponen en el camino para destacar cuán participativa ha sido la fiesta, para increpar al osado invitado que osa perturbar a la anfitriona, para amenazarlo, para inventar historias sobre su pasado y descalificarlo personalmente.

Un ser humano, de nacionalidad australiana, responsable de un portal de comunicación, junto con todo su equipo y la inestimable colaboración de personas desencantadas por sistemas corruptos, uso privado de recursos públicos, intereses, injusticia y por supuesto codicia humana, ha revelado nueva información, en este caso sobre cientos de miles de documentos privados de la diplomacia de la primera potencia mundial.

Idolatrado y acusado por igual, descalificado voluntariamente como hacker, anarquista o traidor, ha sido detenido por causas inventadas de agresión sexual y violación ya desestimadas; Paypal, el gigante de los pagos electrónicos, anula su cuenta de 60,000 euros, presionado por el ejecutivo estadounidense; amazon, el gigante del comercio electrónico, bloquea el acceso a su información, por las mismas presiones; en Suiza congelan su cuenta bancaria, con 30,000 euros, por haber indicado incorrectamente su domicilio postal -¡Suiza!, el país de las cuentas opacas y del dinero putrefacto; el ejecutivo estadounidense quiere condenarlo, después de que el legislativo lo haya absuelto; hay diputados que piden la pena de muerte. A este ejercicio, a esta forma descarada de poner de manifiesto los intereses particulares, de coartar la tan defendida libertad de expresión, de control notorio, indiscriminado y abusivo que la llamada democracia puede ejercer sobre un individuo, a esta puesta en escena de baile de disfraces apuntaba seguramente Assange cuando decidió hacer pública parte de la información que tiene.

Se desperdician hojas, papel, bolígrafo, lápiz, bytes, tiempo, recursos, para escribir absurdos: bien que la información publicada atenta contra la seguridad nacional de muchos países, bien que no dice nada nuevo. Él mismo reconoce que ni cuenta con la información más sensible, ya que el entramado de comunicación diplomática otorga acceso por niveles, ni tiene interés en publicar información que pueda causar bajas humanas. Su logro va mucho más allá, pero parece que no nos queremos dar cuenta. Ya lo dijera John Maynard Keynes de forma mucho más elegante: “las ideas de economistas y filósofos políticos, tanto cuando acierta como cuando yerran, son más poderosas de lo que comúnmente se comprende. Locos asentados en la autoridad, que escuchan voces en el aire, destilan su frenesí por algunos escritorzuelos académicos de hace algunos años”. Este joven australiano está intentando encender la chispa de indignación, despertar de su letargo a la sociedad, sin hacer apología de las teorías de la conspiración: no se trata de un grupo secreto de cinco personas que domina el mundo, son miles de decisiones rutinarias y relativamente complejas, percepciones, juicios de valor, que se cuelan en un complejo engranaje de intereses y grupos de presión, donde por lo general personas o grupos prejuiciosos, avaros, radicales o limitados empujan en dirección de su propio beneficio. Y así es el sistema de toma de decisiones.

Como todo cuento que se precie, la sorpresa se debe guardar para el final. Y… ¿cuál no será ésta al descubrir que la genialidad de nuestro protagonista australiano no radica en su acto osado de mostrar el verdadero perfil de la democracia? La anfitriona se hubiera recompuesto y hubiera encontrado la forma de que la fiesta “del todo vale” continuara. Sin embargo, ésta se ve obligada a desenmascararse; no lo hace voluntariamente, sino obligada. La persecución grotesca de Suecia se desprende de la información confidencial publicada sobre un banco sueco; la mundial, de un anuncia realizado en una entrevista a Forbes: según Assange, publicará información sensible que supondrá la quiebra de uno de los bancos más importantes de los Estados Unidos. El sistema no lo puede permitir. Ya ha invertido demasiados miles de millones para perpetuar una ecuación de desigualdad que se reproduce e incrementa.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Por Conrad Aiken

All lovely things will have an ending,
All lovely things will fade and die,
And youth, that's now so bravely spending,
Will beg a penny by and by.

Fine ladies soon are all forgotten,
And goldenrod is dust when dead,
The sweetest flesh and flowers are rotten
And cobwebs tent the brightest head.

Come back, true love! Sweet youth, return!--
But time goes on, and will, unheeding,
Though hands will reach, and eyes will yearn,
And the wild days set true hearts bleeding.

Come back, true love! Sweet youth, remain!--
But goldenrod and daisies wither,
And over them blows autumn rain,
They pass, they pass, and know not whither.

domingo, 4 de julio de 2010

Lo que no se admite

Lo que no se admite

Richard Tillinghast · · · · ·


No se admiten latas de carne, de pasta de tomate,
ni ropa, ni zapatos, ni cuadernos.
Se guardarán en nuestros almacenes de Kerem Shalom
hasta nuevo aviso.
Plátanos, manzanas y caquis sí se admiten en Gaza,
y melocotones y dátiles, y ahora también macarrones
(después de la visita del senador americano).
Son esenciales para el sustento diario.

Pero no los albaricoques, las ciruelas, las uvas,
los aguacates, la mermelada.
Esos son lujos y no se admiten.
No se admite papel para libros de texto.
Los terroristas podrían usarlo para imprimir material subversivo.
¿Y para qué necesitas libros
ahora que las escuelas están en ruinas?

No se admite acero, material de construcción, tubería plástica.
Los terroristas podrían usarlo para
lanzarnos cohetes.
Calabazas y zanahorias, vale, pero nada de golosinas,
ni cerezas, granadas, sandías, cebollas, nada
de chocolate.

Tenemos una lista de tres docenas de productos que sí se admiten
pero no tenemos obligación de hacerla pública.
Esta es la decisión a que llegaron
el coronel Levi, el coronel Rosenzweig y el coronel Segal.
Nuestro lema:
“Ni prosperidad, ni desarrollo, ni crisis humanitaria”.

Se puede pescar en el Mediterráneo
a no más de tres millas de la costa.
Más allá abrimos fuego.
Es muy de lamentar que las aguas estén contaminadas,
con setenta y cinco millones de litros de aguas residuales
al día, al mar,
según la cifra oficial.

Nuestros cohetes cayeron en las depuradoras
y ahora no se admiten piezas de repuesto para repararlas.
En tanto que Hamas nos amenace
no se admite cemento, ni cristal, ni material médico.
Os estamos vigilando desde aviones no tripulados
mientras guisáis lo que haya sobre hogueras
u os vais a acostar
en las ruinas de casas destruidas por granadas de tanque.
Y si vuestros niños no pueden dormirse
porque echan de menos a los muertos en nuestra incursión
o se despiertan llorando, o mojan la cama
en vuestras tiendas provisionales de refugiados,
o gritan del dolor de sus miembros amputados,
es el precio que pagáis por dar cobijo a terroristas.

Dios nos ha dado esta tierra.
Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra.


Richard Tillinghast (Memphis, Tennessee, 1940) es un poeta norteamericano
que reside actualmente en la República de Irlanda, tras retirarse de la
enseñanza que practicó en Michigan y Harvard, entre otras universidades.
Durante veinte años fue crítico de poesía de la New York Times Book
Review. Para una primera aproximación a su obra se puede consultar
http://www-personal.umich.edu/~rwtill. El poema que traducimos y
reproducimos con su autorización se publicó en The Irish Times el 5 de
junio de 2010.

martes, 11 de mayo de 2010

Elecciones después de un sisteme neo liberal


Esto es un cómic de Gran Bretaña que fácilmente podría aplicarse a todos los países que han aplicado la receta de Friedman, FMI y BM, vaya, el consenso de Washington.

domingo, 9 de mayo de 2010

El Dólar: breve historia

El Dólar: breve historia

En 1535, el hijo de Felipe el Hermoso y de Juana la Loca, quien llega a ser conocido con los nombres de Carlos I Rey de España y Carlos V Emperador de Alemania, ordena que en las recién descubiertas minas de plata en el territorio de lo que hoy es México, se empiece a acuñar una moneda similar a la que se utilizaba en Europa con el nombre de thaler; nombre que es una abreviatura de Joachimsthaler, el valle al norte de Bohemia en el cual se encontraban las minas de plata que proveían el metal para acuñarla.

Los españoles residentes en México cumplieron la orden y acuñaron los thaler. Sin embargo, al no estar familiarizados con la letra “th” sino con su correspondiente sonido “d”, sustituyen las dos letras y bautizan la nueva moneda con el nombre de ‘daler’.

Pero la iniciativa de los acuñadores fue mas allá y -recordando su travesía y su origen- tallan en los daler las dos columnas de Hércules reluciendo contra un horizonte formado por las costas del viejo y el nuevo mundo. Esta efigie estilizada origina la figura de una ‘S’ cruzada por dos barras verticales, la que eventualmente llega a ser el símbolo del daler. Y de la riqueza.

En el primer siglo de acuñación, los daler de plata fluían casi en su totalidad directamente a España. Se calcula que entre 1540 y 1650, en el antiguo reino moro de Granada –en lo que hoy es la provincia de Andalucía, al sur de España- el exceso en la circulación de monedas de plata, generó un aumento en el nivel de precios superior al 600 por ciento,[1] en un mundo donde la inflación era entonces un fenómeno desconocido. Pero a mediados del Siglo XVII, los daler comenzaron a circular también en territorio mexicano. Adam Smith lo relata así: [2]

‘México y Perú, aunque no pueden reputarse por mercados nuevos para la plata, son a lo menos ahora mucho más extensivos que antes... Un suelo fecundo y un clima feliz, la abundancia y baratura de terrenos, circunstancia común a todas las colonias, son ventajas tan grandes que bastan para compensar muchos de los defectos que no puede menos de tener un gobierno que está tan distante... América, pues, es un nuevo mercado para el producto de sus propias minas.’

Pero en las colonias inglesas asentadas al norte de México -sin minas de plata - si algún daler ingresaba a ellas, su contenido de metal era inmediatamente reciclado para fines más prácticos. Por otro lado, desde sus primeros asentamientos, los colonos ingleses habían aprendido a usar como dinero cualquier objeto que se presentará más o menos manejable, incluyendo hojas de tabaco, pieles, sal, conchas y, en años previos a la revolución, el papel.

Fue precisamente la moneda de papel lo que ayudó a financiar la revolución y liberación de Norteamérica. En 1751, Benjamín Franklin viaja a Londres para solicitar a los miembros del Parlamento Inglés que permitiesen a sus colonias de América imprimir moneda, ya que así podrían dejar de depender de los envíos de las libras esterlinas que llegaban tarde, mal o nunca. La petición de Franklin fue diplomáticamente escuchada, antes de ser toscamente negada.

Sin embargo Franklin era un hombre práctico y, antes de retornar a Norteamérica, adquirió la mejor imprenta que su profesión de físico le aconsejaba. Pocos años después, esa imprenta demostró su eficacia al imprimir todos los billetes ‘continental’ requeridos para pagar los gastos de la revolución y liberación de los Estados Unidos.

El éxito de los continental como instrumento revolucionario y su fracaso como instrumento económico, es claramente descrito por el propio Franklin cuando, en 1779 y en plena guerra de independencia, escribía a su amigo Samuel Cooper lo siguiente:[3]

‘Nuestra moneda se ha convertido en una máquina maravillosa: ha cumplido todas sus tareas desde el momento mismo en que la emitimos; con ella pagamos los sueldos y los uniformes de nuestras tropas; nos sirve para comprar municiones y vituallas; y cuando tenemos que imprimir una cantidad mayor, ella misma se paga auto depreciándose.’

La frase ‘no vale un continental’, hasta el día de hoy tiene un tono despectivo en la cultura norteamericana. En efecto, los continental perdieron todo su valor una vez que la revolución iniciada el 4 de julio de 1776 había triunfado. Así, la naciente economía necesitaba de una moneda nueva y confiable.

La necesidad de contar con una nueva moneda, es percibida por Alexander Hamilton, Secretario del Tesoro en el gobierno de George Washington, quien propone y logra que Estados Unidos –con decreto legal suscrito el 4 de abril de 1792- adopte como moneda propia al daler mexicano, que pronto comienza a ser denominado ‘dollar’ bajo la fonética de la lengua inglesa.

La adopción del dólar cumplió una doble función: eliminó la práctica de imprimir moneda indiscriminadamente; y, logró que el mundo se enterará que los Estados Unidos se habían convertido en una nación unida, soberana e independiente.

El dólar de plata sobrevivió hasta comienzos de Siglo XX. El 1 de marzo de 1900, el presidente William MacKinley -que habia declarado la guerra a España- oficialmente decretó que a partir de ese día el valor del dólar dejaba de ser cotizado en plata y comenzaba a ser cotizado en oro.

Ese antecedente sirve para que, poco antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, los países vencedores que se habían reunido en el hotel "Mount Washington", ubicado en un centro vacacional denominado Bretton Woods, decidan, entre otros asuntos, que las futuras transacciones que realicen entre sí los países del mundo occidental, debían efectuarse en dólares y que, a su vez, los Estados Unidos se comprometían a entregar una onza de oro por cada 35 dólares, cuando cualquier país así lo requiriese.

Es decir, internacionalmente se aceptaba el compromiso de hacer funcionar al patrón-oro en todo su esplendor.

La aceptación del dólar como moneda universal se basaba, desde luego, en el reconocimiento de una innegable realidad: la existencia de un país lo suficientemente rico como para que todos crean que esos papeles de color verde –frase de Milton Friedman- en efecto podrían ser cambiados por oro.

Pero como los acuerdos internacionales solo son inviolables hasta que alguien con poder suficiente decide violarlos, el 15 de agosto de 1971, el presidente Nixon anunció que su gobierno había adoptado la medida monetaria más revolucionaria del Siglo XX. La ‘revolución’ consistió en anular el compromiso de pagar con oro el valor del dólar. Así se puso en práctica la receta de algún legendario alquimista, solo que en dirección inversa: el patrón-oro se transformó en patrón-papel.

Los hechos que sucedieron después son bastante conocidos: la emisión de dólares sin respaldo deterioró su cotización frente a otras monedas del Primer Mundo; la inflación mundial, un suceso desconocido hasta ese entonces, amenazó con aprisionar a todo el mundo occidental; se facilitó el financiar e inflar la deuda del tercer mundo; y, la disciplina monetaria quedó sujeta a la voluntad de los gobiernos de turno.

Lo paradójico de esta breve historia es que Europa que ordenó dar vida al dólar, ya dejó de utilizarlo. Mientras que en América Latina -que lo único que hizo fue bautizarlo- la metamorfosis que transformó al dólar de plata, en dólar de oro y en dólar de papel, continua en el dólar de tinta con la que se contabiliza nuestra creciente deuda externa.

[1] La cifra se deduce de: E.J. Hamilton, Treasure & Price Revolution in Spain: 1501-1650, Harvard Economic Studies, Vol. XLIII, 1934.

[2] Smith, Tomo I, Libro I, pags. 267-68.

[3] Tomado de John K. Galbraith, Money, Bantam edition, 1976, pag. 73.

martes, 23 de marzo de 2010

Russell Boyce

Russell Boyce's Profile
Don’t drink the water, even if there is any to drink
Mar 22, 2010 04:05 EDT

Today, March 22 is World Water Day and Reuters photographers in Asia were given an open brief to shoot feature pictures to illustrate it. The only requirement I asked of them is that they included in the captions, the fact that while the Earth is literally covered in water, more than a billion people lack access to clean water for drinking or sanitation. At the same time in China 50 million people are facing drought conditions and water shortages and the two stories seemed to tie in with one another.

Looking at the file today three pictures really stuck home to me as to just how enormous the problem of getting clean water to people in the world is.


A boy swims in the murky waters of Manila Bay March 21, 2010. The Earth is literally covered in water, but more than a billion people lack access to clean water for drinking or sanitation as most water is salty or dirty. March 22 is World Water Day. REUTERS/Cheryl Ravelo


A Hindu devotee wraps his cloth after a ritual dip in the polluted Yamuna river in New Delhi March 21, 2010. The Earth is literally covered in water, but more than a billion people lack access to clean water for drinking or sanitation as most water is salty or dirty. March 22 is World Water Day. REUTERS/Danish Siddiqui


A floating restaurant is stranded in a branch of the Yangtze River in Chongqing Municipality, March 21, 2010. A severe drought across a large swathe of southwest China is now affecting more than 50 million people, and forecasters see no signs of it abating in the short term, state media said on Friday. REUTERS/Stringer
What is obvious from the pictures I have seen people are worried about water; the pollution, its scarcity and its future. March 22 is same day the U.S House of Representatives gave its final approval to President Obama’s healthcare reform. What will it take to get global approval and the necessary motivation for clean water around the globe?

martes, 16 de febrero de 2010

Occidente, Irán y el armamento nuclear

Más allá de esta cuestión, el ministro francés de Defensa, Hervé Morin, consideró que la carrera de Francia para dotarse de la bomba atómica fue "una magnífica epopeya, el símbolo de la constancia de una nación que quería adquirir los medios de su propia soberanía".

¿Lo que hace Irán no es lo mismo entonces? ¿Por qué occidente puede alcanzar su propia soberanía y no quiere que lo hagan los demás? ¿Se llama dominio?