martes, 4 de diciembre de 2007

De paraísos, amigos y conversaciones singulares


Este que tenemos aquí es mi nuevo amigüito, el Doctor. Además de ser una hermosura y una gran compañía, es un tanto hincha pelotas, pero se lo quiere mucho. Es, en cierta medida, un generador de dependencia, ya que mi tiempo ahora se ve reducido debido a las atenciones que el Doctor requiere y merece.
Compartimos desayunos, almuerzos y cenas que, por si alguno se acuerda, hubo cierto post en el que me preguntaba si no sería eso lo que buscamos en la vida, comer acompañados. Lo cierto es que además, me limita un poco los fines de semana y demás periodos festivos, ya que tengo que ver si alguien se queda con él cuando yo pretendo viajar.

En esas andábamos la semana pasada, cuando una amiga me acompañó a comprar una caseta para el Doctor. No se sabe cómo, terminamos hablando de sexo, de preservativos, del SIDA, de enfermedades, contagios, imprudencias... Y llegamos a una conclusión evidente: no está todo inventando. Es cierto que el preservativo (depende cuál) reduce la sensibilidad, sobre todo para el hombre, cuando hablamos simplemente de penetración. Sin embargo, tampoco la diferencia es para tanto y los riesgos son aceptables. Entonces nos acordamos de unas charlas que tuvimos y de los guantes y demás inventos para permitir relaciones más seguras. Ahora bien, como decíamos, no está todo inventado. Nos paramos a pensar en una mamada (felación para los más políticamente correctos) y yo decía que la verdad es que ahí, con un preservativo, uno no siente nada. A lo que ella me regalo otra de estas grandes comparaciones que uno debe memorizar por siempre: es como si te vas a comer una paleta y no le quitas el envoltorio. Lloramos de la risa.

El caso es que por fin conseguí que me cuidaran al Doctor y fue así que pude conocer Roatan, otro pedazo de tierra que flota libre en el Caribe. Fue un fin de semana fantástico. El domingo, por circunstancias, me tocó pasarlo solo, así que agarré un botecito y me acerqué a la hermosa playa de West Bay. Llevaba conmigo un par de libros, una toalla y protección solar. Era todo cuanto llevaba, ya que siguiendo el mal consejo de un amigo, me cambié de traje de baño y la plata se quedó en el traje que dejé en la habitación. Me tiré en la orilla, acompañado por Carpentier y su fabuloso "Siglo de las Luces" y se me fueron acercando primero unos niños, con su infinita curiosidad y después unos pececillos igualmente sorprendidos por mi presencia. Los niños me preguntaban que si leía la Biblia, a lo que yo respondía que éste era otro libro de aventuras menos ancestral, pero igualmente entretenido. Uno de ellos se sentó a mi par y continuaba mi lectura, otros jugaban o se interrumpían en sus relatos. Un mocoso de un año me hacía todo tipo de preguntas ininteligibles al tiempo que llenaba vasitos de plástico de mar y arena. Él sabía que manejaba varios Caribes en sus manos y los miraba con fascinación de creador.

La sorpresa mayúscula llegó cuando pude notar que alguien me besaba los piececitos bajo el mar y no eran otros que los peces transparentes con rayas amarillas que habían ido adquiriendo confianza en las últimas horas de lectura y alboroto. Sacudí suavemente el pie, sorprendido por su acercamiento y éstos, dejando la timidez para otra ocasión, se dejaban mecer por mis leves empellones. Así fue que en un mismo día, Carpentier, los niños y los peces, un poco olvidados del Doctor, creamos un extraño vínculo que viene flotando desde el Caribe a las costas del Pacífico, donde ahora medito sobre una inusual tarde de domingo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Menuda fiera Salvadoreña te has agenciado!!!! Curioso como reunes en un mismo post vida perruna, sexo seguro y experiencias playeras, no quiero seguir imaginando porque me pierdo. Bueno chato he visto que has vuelto como el Almendro por navidad, a ver si nos vemos y nos echamos unas risas, que es lo mínimo. Saludos a family.
JALI

Anónimo dijo...

Yo agregaría al título... "y promesas peligrosas" porque el escritor empeñó por la compra de la caseta del Doctor(especificamente por una cuestión de dimensiones) ciertos asuntos muy valiosos para el género masculino, afortunadamente para él en El Salvador $5.00 todavía valen algo!