miércoles, 19 de marzo de 2008

Aznar, ¿crimial de guerra?

Si me lo preguntaran a mí, daría un rotundo sí. Es indignante el juego, la dolbe moral, la falsedad de occidente. ¿Qué nos creemos? Nosotros somos quienes decidimos si un país puede o no tener armamento nuclear. De hecho, lo que decidimos es si puede tener energía nuclear. El único país que ha hecho uso de dichas armas es quien determina esto. Como dijera un amigo mío, el único vecino que tiene una pistola y además ha matado a alguien es el que decide si alguien más puede tener pistola en el vecindario.

Nos dedicamos a criticar lo que desconocemos, a imponer nuestras convicciones como si fueran verdades absolutas, a defender la democracia por encima de todo. ¿De qué democracia estamos hablando? Si no me equivoco, Estados Unidos tiene 300 millones de habitantes, de los cuales vota un 40% y los resultados se dividen en un 20-20 en unas elecciones que, cuando menos, resultan dudosas. Esto significa que el 20% del 40% de 300 millones de habitantes, es decir, unos 60 millones de estadounidenses, deciden lo que pasa en el mundo, si es que fuera la democracia la que decide y no las campañas multimillonarias que hay detrás de ésta.

Las democracias en América Latina han llevado a que una mayoría haya manifestado que preferiría cambiar de sistema político si ello supusiera un cambio en la economía. Y es que, claro, América Latina es la región del mundo que sufre mayor desigualdad en la distribución de la riqueza. Sin embargo, los que parecen estar haciéndolo mejor en este sentido, al menos son los que se utilizan como ejemplo constantemente, son China y Vietnam. Sin el más mínimo ánimo de ser políticamente correcto, no los llamaría sistemas democráticos.

Sin embargo, en defensa de estas nuestras ideas, nuestras convicciones, nuestras creencias, IMPONEMOS. Hubo un presidente electo en España, durante dos legislaturas: Aznar. No voy a entrar a descalificaciones personales, ni siquiera a valoraciones profesionales, me voy a limitar a analizar el comportamiento inaceptable de una persona que resultó electa para servir al pueblo, no a sus convicciones. En contra de aproximadamente el 90% de la población, decidió invadir Irak, supuestamente en busca de armamento nuclear. Hoy reconoce otra verdad:

"Teníamos que adoptar una decisión difícil, pero era nuestra responsabilidad y el destino de Oriente Medio era de extrema importancia para los europeos, y también para los españoles, establecer una alianza muy estrecha y sólida con amigos poderosos"

"Estábamos fuertemente convencidos de que nos asistía la razón y de que actuábamos además en interés de mucha gente"

"La gente puede participar en elecciones, hablar libremente. Hay libertad en el país y existe la posibilidad de establecer una democracia".

Afortunadamente para algunos pocos, existen periodistas de la talla de Mónica G. Prieto, a quien desde este humilde espacio le reservo el más absoluto de los respeto, que ha publicado hoy un artículo brillante sobre la realidad en Irak. Hay otros blogs que se han hecho eco de su texto, aquí pongo un breve estracto y los invito a que lean dicho artículo (http://www.elmundo.es/elmundo/2008/03/18/internacional/1205877254.html):

"El Irak de 2002, el previo a la invasión, no se asemeja nada al Irak de hoy. Los cambios físicos son patentes: desapareció la omnipresencia del dictador en forma de mosaicos, murales y efigies y apareció la omnipresencia del terror en forma de muros antibomba, alambre de espino, socavones producidos por las explosiones y el deprimente abandono de todas las guerras. Pero más allá de la ruina producto de cinco años de violencia, lo más terrible e irreparable es la destrucción moral que ha convertido a sus ciudadanos, antaño fraternales, cultos y dignos, en seres temerosos, violentos y desconfiados, habitantes de una jungla en la que fuertes y débiles pueden —y suelen— desaparecer... La democracia prometida se implantó al tiempo que desapareció toda la seguridad. Sin embargo, los iraquíes no transmiten odio sino miedo."

Aznar, se atreve a afirmar:

"Actuaría de igual modo. Aunque fue un momento difícil para mí, mi convicción, mi conciencia y mi mente están claras".

Y yo me pregunto: ¿Dónde queda la soberanía de un Estado? ¿Qué se ha creído occidente para invadir, destruir un país y afirmar que lo volvería a hacer?

Claramente, este invasor, esta persona que ha desencadenado, con sus acciones, con su ignorancia, con su imprudencia, la muerte de ni se sabe cuántos cientos de miles de personas, que ha hundido en la miseria y el miedo a un país entero, este ... no sé cómo tildarlo, tendría que ser juzgado. Es una vergüenza que aparezca impune haciendo tales declaraciones. ¿En qué mundo vivimos? ¿En qué mundo queremos vivir? ¿Esos son los valores que defendemos y transmitimos? ¿Esa es la gran Europa? ¿la gran España?

Sorprendentemente, en Irak no generamos odio, sino miedo. Tengo mis reservas sobre los resultados en el resto de los países árabes que maltratamos, despreciamos e irrespetamos.

¿Qué es el terrorismo?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

donde andas que no escribes?

lebanon dijo...

Perdido entre la duda y la apatía...

Anónimo dijo...

Entre la duda y el desespero,
entre la duda y el miedo,
entre irme y quedarme,
entre ella y él,
o entre ambos,
entre un adiós o un te quiero,
entre tu y yo,
será que te echo de menos...
Iris

Anónimo dijo...

Lo de Ocidente es tan sencillo como querer controlar el 50% de las reservas de petroleo, y esa invasión está promocionada por los petroleros a cuenta de los ciudadanos de a pie